No se como A.P.R.,después de tanto tiempo y de tantas vivencias no ha llegado a la sencilla conclusión de que eso que llama "fanatismo místico castrense" fue lo que hizo que hombres y mujeres como los requetés fueran especiales. Que ese pastor, después de 1000 días jugándesela por unos ideales, volviese con sus ovejas sólo con unos viejos prismáticos como caudal, sólo es posible cuando ese "fanatismo místico castrense" existe en el alma
Hay que ser un fanático místico castrense para creer aquellos versos que terminaban en eso de "en buena o mala fortuna la Milicia no es más que una Religión de hombres honrados".
Curiosamente, Sr. Pérez Reverte sus escritos están llenos de ejemplos, y lo más curioso es que en todos sus escritos se puede leer entrelíneas una nostalgia, incluso frustración por vivir en un momento histórico en el que estos principios han sido aniquilados y el que cree en ellos pasa por idiota. El héroe masculino no está agotado. El héroe del SXXI es el que ante el resto del mundo pasa por idiota, como ese pastor requeté, que podría haber sido o pudiera ser en el futuro el protagonista de cualquiera de sus novelas.
Blogg en el que el autor expresará sus opiniones desde la admiración y el respeto acerca de los libros y artículos de Pérez Reverte
Dirigido a todos los lectores de Arturo Pérez Reverte
Aquí no encontrarás a un fan autocomplaciente que aprueba a pies juntillas todo lo que Arturo Pérez reverte dice o escribe. Más al contrario, encontrarás a alguien que utilizará la obra o los artículos de nuestro admirado autor para expresar sus propias convicciones, la mayor parte de las veces en franca oposición a las del autor.
sábado, 29 de enero de 2011
1000 DIAS DE FUEGO Y OLVIDO: Artículo del pasado 20/12/2010
martes, 25 de enero de 2011
ULTIMO ARTICULO DE A.P.R. "SOBRE MUJERES Y HEROES"
Es evidente que tiene más tirón a la hora de protagonizar una novela la actitud de Lolita Palma, Macarena Bruner o Teresita Mendoza: Mujeres que agarran el toro del destino por los cuernos y arriesgan su vida, su comodidad o su prestigio para hacer frente a un destino adverso. Pero ¿por qué eso es heroismo y no lo de M.Bovary o Penélope? ¿Quizás porque se ajustan más a los cánones del Pensamiento Unico de mujer liberada y protagonista única de su destino? ¿Quizás porque nuevamente traicionan al Sr.A.P.R sus tics progres lógicos en alguien de su edad?. Son heroínas SI, pero tamién M.Bovary o Penélope, de la misma manera que la vocación religiosa se afronta de manera heroica muriendo por los demás como misionero en Filipinas, o entregando el resto de tus días a la Oración en un monasterio trapense.
La Fidelidad de Penélope no es simplemente fidelidad, además es Lealtad la cual va más allá del amor que supone e implica la Fidelidad la cual carece de sentido cuando aquel desaparece, cosa que no ocurre con la Lealtad: esta no está sujeta a sentimientos que pueden ser finitos como el amor, sino a lazos que son eternos como el Honor y es por eso que un hombre o mujer de honor, puede ser leal incluso a alguien al que se odia.
Curiosamente la Lealtad y el Honor son valores presentes en toda la obra y en todos los personajes del autor y sin embargo en este artículo no lo refleja. Es la eterna contradicción del autor.
Apesardetodorevertiano
domingo, 23 de enero de 2011
A PESAR DE TODO REVERTIANO I
Desde hace muchos años sigo la obra de Arturo Pérez Reverte y desde hace muchos años soy admirador suyo. Vivimos en tiempos que ni a él ni a mi nos gustan y probablemente hubiésemos preferido vivir una época, pasada o futura en la que los motores de las acciones de los indivíduos fuesen otras muy distintas a las actuales.
Como cualquier joven me enganché a sus novelas de intriga, dejándo que El Club Dumas o La Piel del Tambor robaran horas a los libros de texto. Pero fue con una novela muy especial con la que empecé a apreciar otros valores en el autor. El primero que la leyó en mi casa fue mi padre que rapidamente se identificó con el protagonista de El Maestro de Esgrima. Mi padre era hombre de otra época. Era hombre de armas. Era hombre de Honor. Como tal, los principios que regían su vida eran la Honestidad, el Sacrificio, la Humildad, la Discreción, el Honor, la Disciplina, la Lealtad, principios que luchó por transmitir a sus hijos y principios que palpó en El Maestro de Esgrima, así que nada más terminar de leerlo me lo regaló.
Pero no sólo mi padre marcó mi afición hacia A.P.R. Mi amigo Alberto, entonces estudiante y de vocación corresponsal de guerra tenía a qun nos ocupa como modelo a seguir y el me introdujo en sus relatos cortos, donde comencé a leer sus textos históricos con las andanzas de personajes españoles y franceses en la Guerra de la Independencia o intentando desertar de las tropas napoleónicas. Por fin alguien escribía acerca de nuestra Historia y nos hacía sentir orgullosos de un pasado o al menos nos enseñaba que ese pasado exisitía.
Como si del destino se tratase, me encontré con un antiguo amigo de niñez. Acababa de llegar de la primer guerra de Yugoslavia y me enseñó fotos y recortes de prensa. Allí estaba él. "¿Conociste a Arturo Pérez Reverte? ¿cómo es? ¿qué piensa? ¿cómo se relaciona con vosotros legionarios y paracaidistas?" Y me habló de él. Y entendí entonces la razón por la que los protagonistas de sus novelas tienen todos un poso castrense de verdad y están marcados por el honor y la lealtad
Pero leyendo sus artículos, además descubrí que estuvo en el Sáhara y que las hsitorias que contaba se asemejaban mucho a las que había escuchado en el salón de mi casa o en la barra del bar de oficiales de algún cuartel o alguna Residencia Militar. Y nombraba a gente que conocí y lloré con sus palabras dedicadas a nuestro querido Diego Gil Galindo.
Luego vino la saga de Alatriste, que como con El Maestro de Esgrima, inició mi padre y una vez muerto continuó mi madre. nos peleábamos por leer sus aventurs, y nos quitábamos unos a otro los libros con sus aventuras. Siguieron La reina del Sur, La Carta esférica, El Pintor de Batallas...y por fin la Historia con mayúscula: Cabo Trafalgar, Un Día de Colera, El Asedio. Y me ayudó a comprender lo grande que es España y lo grandes que son los españoles a pesar del lastre que, salvo contadas excepciones, nos ha acompañado desde nuestro origen como nación: Los dirigentes.
Pero lo que realmente me hizo a pesar detodo revertiano fue una jornada a la que asistí con un amigo de los de para toda la vida: Diálogos con Alatriste y fue en Sevilla en mi época universitaria. Dos comentarios que hizo A.P.R. tengo grabados. El primero de ellos se refería a la comparación entre las Guerras de Flandes y las actuales: Quienes se lanzaban a recorrer Europa a pie sabiendo que su mas que seguro destino era dejar su cuerpo enterrado en una zanja holandesa o volver tullido y arruinado a España se lanzaba impulsado por nobles ideales con los que se podrá o no estar de acuerdo: Fe, Patria, Rey, Honor, Fama. Hoy vamos a repartir galletas y medicinas por el mundo con la única motivación segura de cobrar el plus económico que la misión otorga y que nos ayudará a cambiar de coche. Y lo peor de todo es que quizás demos la vida por ello. El segundo comentario venía a decir: Nuestros dirigentes llevan 20 años destruyendo de forma consciente nuestra memoria histórica. Una nación sin historia no tiene los lazos que unen su diversidad y que son necesarios para conquistar un futuro en común. Y lo peor es los ministros de Cultura o Educación puede pasearse tranquilamente por España sin que nada les pase. Todo el aforo aplaudía sus palabras. Mi amigo y yo también, pero nos mirábamos con incredulidad ante la contradicción que implicaban aquellas palabras con el perfil del aforo. En la práctica totalidad eran jóvenes universitarios de aspecto progre cuando menos, y en los más exagerados se reconocía claramente a pequeños líderes del Sindicato de Estudiantes o de Juventudes Socialistas: Mucho jersey de lana multiculor, mucho fular y algún pañuelo palestino. Pelos relativamente desdeñados y algún que otro piercingm que en aquella época comenzaban a lucir las jovencitas. ¿Qué resorte provocaba que un centenar de jovenes progres aplaudían entusiasmados las palabras del autor de un personaje que se hubiese liado a mandobles con este extraño público? Ese resorte es el APESARDETODO en mi ser reverteriano y motivo este espacio en la red.
Como cualquier joven me enganché a sus novelas de intriga, dejándo que El Club Dumas o La Piel del Tambor robaran horas a los libros de texto. Pero fue con una novela muy especial con la que empecé a apreciar otros valores en el autor. El primero que la leyó en mi casa fue mi padre que rapidamente se identificó con el protagonista de El Maestro de Esgrima. Mi padre era hombre de otra época. Era hombre de armas. Era hombre de Honor. Como tal, los principios que regían su vida eran la Honestidad, el Sacrificio, la Humildad, la Discreción, el Honor, la Disciplina, la Lealtad, principios que luchó por transmitir a sus hijos y principios que palpó en El Maestro de Esgrima, así que nada más terminar de leerlo me lo regaló.
Pero no sólo mi padre marcó mi afición hacia A.P.R. Mi amigo Alberto, entonces estudiante y de vocación corresponsal de guerra tenía a qun nos ocupa como modelo a seguir y el me introdujo en sus relatos cortos, donde comencé a leer sus textos históricos con las andanzas de personajes españoles y franceses en la Guerra de la Independencia o intentando desertar de las tropas napoleónicas. Por fin alguien escribía acerca de nuestra Historia y nos hacía sentir orgullosos de un pasado o al menos nos enseñaba que ese pasado exisitía.
Como si del destino se tratase, me encontré con un antiguo amigo de niñez. Acababa de llegar de la primer guerra de Yugoslavia y me enseñó fotos y recortes de prensa. Allí estaba él. "¿Conociste a Arturo Pérez Reverte? ¿cómo es? ¿qué piensa? ¿cómo se relaciona con vosotros legionarios y paracaidistas?" Y me habló de él. Y entendí entonces la razón por la que los protagonistas de sus novelas tienen todos un poso castrense de verdad y están marcados por el honor y la lealtad
Pero leyendo sus artículos, además descubrí que estuvo en el Sáhara y que las hsitorias que contaba se asemejaban mucho a las que había escuchado en el salón de mi casa o en la barra del bar de oficiales de algún cuartel o alguna Residencia Militar. Y nombraba a gente que conocí y lloré con sus palabras dedicadas a nuestro querido Diego Gil Galindo.
Luego vino la saga de Alatriste, que como con El Maestro de Esgrima, inició mi padre y una vez muerto continuó mi madre. nos peleábamos por leer sus aventurs, y nos quitábamos unos a otro los libros con sus aventuras. Siguieron La reina del Sur, La Carta esférica, El Pintor de Batallas...y por fin la Historia con mayúscula: Cabo Trafalgar, Un Día de Colera, El Asedio. Y me ayudó a comprender lo grande que es España y lo grandes que son los españoles a pesar del lastre que, salvo contadas excepciones, nos ha acompañado desde nuestro origen como nación: Los dirigentes.
Pero lo que realmente me hizo a pesar detodo revertiano fue una jornada a la que asistí con un amigo de los de para toda la vida: Diálogos con Alatriste y fue en Sevilla en mi época universitaria. Dos comentarios que hizo A.P.R. tengo grabados. El primero de ellos se refería a la comparación entre las Guerras de Flandes y las actuales: Quienes se lanzaban a recorrer Europa a pie sabiendo que su mas que seguro destino era dejar su cuerpo enterrado en una zanja holandesa o volver tullido y arruinado a España se lanzaba impulsado por nobles ideales con los que se podrá o no estar de acuerdo: Fe, Patria, Rey, Honor, Fama. Hoy vamos a repartir galletas y medicinas por el mundo con la única motivación segura de cobrar el plus económico que la misión otorga y que nos ayudará a cambiar de coche. Y lo peor de todo es que quizás demos la vida por ello. El segundo comentario venía a decir: Nuestros dirigentes llevan 20 años destruyendo de forma consciente nuestra memoria histórica. Una nación sin historia no tiene los lazos que unen su diversidad y que son necesarios para conquistar un futuro en común. Y lo peor es los ministros de Cultura o Educación puede pasearse tranquilamente por España sin que nada les pase. Todo el aforo aplaudía sus palabras. Mi amigo y yo también, pero nos mirábamos con incredulidad ante la contradicción que implicaban aquellas palabras con el perfil del aforo. En la práctica totalidad eran jóvenes universitarios de aspecto progre cuando menos, y en los más exagerados se reconocía claramente a pequeños líderes del Sindicato de Estudiantes o de Juventudes Socialistas: Mucho jersey de lana multiculor, mucho fular y algún pañuelo palestino. Pelos relativamente desdeñados y algún que otro piercingm que en aquella época comenzaban a lucir las jovencitas. ¿Qué resorte provocaba que un centenar de jovenes progres aplaudían entusiasmados las palabras del autor de un personaje que se hubiese liado a mandobles con este extraño público? Ese resorte es el APESARDETODO en mi ser reverteriano y motivo este espacio en la red.
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